Luisa «La Roldana»: escultora empoderada

El bullicio de Sevilla no enmudece el estrépito ruido de los escoplos, martillos, sierras y escarpelos en el taller de la calle Muela, donde trabaja bajo la égida paterna, Luisa Ignacia Roldán, conocida como “La Roldana”. Escultora rebelde, con constantes inquietudes y ansias por desarrollar por sí misma su talento.

Bajo las órdenes de su padre, Pedro Roldán, reconocido escultor barroco, trabajaban los ocho hermanos; los varones realizaban los trabajos que suponían mayor brusquedad física, las mujeres se dedicaban a las labores más delicadas: dorar, estofar y encarnar las figuras. Luisa no se conformó con ocuparse de la policromía de vírgenes, cristos y santos, comenzó a diseñar y tallar por sí misma. Su fuerte carácter la llevaría a rebelarse contra el dominio patriarcal contrayendo nupcias con Luis Antonio de los Arcos, ante la negación contumaz de su progenitor:

-Hija mía, me niego a darte el consentimiento para casarte -le dijo a Luisa con rotundidad-, seguirás trabajando en mi taller.

-Me casaré con él aunque tenga que recurrir a los tribunales- le recriminó Luisa posicionándose a su padre.

-¡Desconsiderada, ese hombre no te aportará más que problemas!- respondió el padre – como hija debes seguir en mi taller.

-¿Acaso padre, teme que una mujer sea mejor que un hombre en este oficio?- le preguntó Luisa con tono picaresco. -¿O teme que con mi talento le arrebate su fama y reconocimiento como el mejor escultor de la escuela sevillana?.

-No digas sandeces Luisa, este oficio está hecho para hombres, siempre serás la hija de Pedro Roldán. Seguirás con la tradición familiar como ayudante de mi taller – dijo el escultor con autoridad hacia su hija.

Luisa, sediciosa y tenaz en sus propósitos, logró por mandato judicial celebrar su matrimonio.

La Roldana se independizó de la tutela paterna  y triunfó como artista, siendo escultora de cámara en la regencia de Carlos II y Felipe V, honor y privilegio reservado a muy pocos hombres y a ninguna mujer.

Pionera en el modelaje del barro, sin sucumbir en el tradicional tallaje de la madera, destacó como escultora en un oficio hecho para el hombre del siglo XVII.

La vida personal de La Roldana no fue fácil: pasó hambre, rozó la miseria y sufrió el dolor como madre con la pérdida de cuatro de los seis hijos que tuvo en el matrimonio. Eran tiempos difíciles en España, obtuvo pocos ingresos por sus obras, las arcas del Estado estaban vacías. Luisa no se rindió como cabeza de familia, de ella dependía que sus hijos tuvieran una vida digna. Obtuvo una habitación para cobijarse y una ración de comida diaria, a través de los encargos que la nobleza seguía solicitando.

El drama personal no empañó su éxito artístico con imágenes cuya expresión transmiten emociones: alegrías en las natividades,  dolor y desgarro en las vírgenes por la muerte de su hijo,  y agonía y padecimiento de los cristos.

Desconocida y muda en los libros de texto de arte de todos los tiempos, por ser mujer. Hoy es reconocida como la primera escultora barroca, pionera en esta disciplina.

La Mochila

Érase una Mujer en un estanque de aguas negras, cenagosas y turbias. Nadaba sin dirección, sin rumbo fijo a merced de las circunstancias.

Mujer apenas se podía mover en el agua, llevaba una pesada mochila que le impedía avanzar en aquella cisterna que la sumergía hacia el fondo.

A lo lejos de la fangosa alberca Mujer vio una puerta de madera.

-¡Qué lejos está, no sé si podré llegar hasta allí, me estoy ahogando!-, musitó desesperada.

Mujer consiguió llegar hasta la puerta amarrada a su pesada mochila.

-¡Socorro, necesito ayuda!-, gritó con agonía.

-¿Quién está llamando a mi puerta?-, respondió una profunda Voz-.

-Yo, Mujer-, suspirando entre sollozos.

-¿Y, quién eres tú Mujer?-, preguntaba Voz ante aquellos desgarradores lamentos.

-No lo sé. Sólo sé de mí que no sé quien soy-, dijo Mujer más calmada.

La puerta se abrió y Mujer, con miedo, pasó por el umbral asustada, al mismo tiempo que aliviada de dejar atrás el estanque.

-¿Qué te ha traído hasta aquí, Mujer?-, preguntó Voz acercándose hacia ella.

-El miedo, la desesperación, la tristeza y la angustia. Llevo toda la vida amarrada a esta pesada mochila y no sé cómo aliviar su peso- respondió Mujer con dolor.

-Déjame ver que llevas en ella- dijo Voz -No la puedo a abrir, la cremallera está tan oxidada que me impide ver lo que portas en ella.

-Te he dicho que la tengo amarrada, que necesito ayuda. Te repito que no sé quién soy- musitó Mujer llena de ira.

Hubo un momento de silencio ante el impulso agresivo de Mujer. Voz que estaba acostumbrada a estas reacciones bruscas, la invitó a quedarse un tiempo en aquel lugar, para ayudarla a solucionar el problema con su mochila.

-Yo sola no puedo abrir la cremallera, con la ayuda de mi equipo de Mesuras podremos acceder a ella, para ver ese peso interior que te desespera con amargura!-exclamó Voz al mismo tiempo que la cogió de la mano.

Mujer emprendió el recorrido acompañada de Voz buscando una solución para abrir la cargante mochila.

Voz advirtió a Mujer que el camino era largo, el firme con piedras y la dificultad era grande. Le alertó que con el peso de la mochila aquella senda sería angosta; pero era el camino en el podía encontrar la solución.

Ambas se pusieron en marcha, un grito aterrador de Mujer, hizo que se detuvieran.

-¡He visto un monstruo reflejado en ese espejo, tengo miedo que me haga daño!- exclamó Mujer aterrorizada.

-Yo sólo veo tu reflejo y no un monstruo- dijo Voz tratando de calmarla-. Lo que se refleja en el espejo es cómo tú te percibes Mujer. Yo veo a una persona con miedo y asustada.

Mujer estaba confusa ante las palabras de Voz, ya más tranquila retomaron el camino.

Por la senda se encontraron a una de las Mesuras del equipo de Voz.

-Mujer, te presento a la Mesura de las emociones y los valores- le alentó Voz -. Ella te va a enseñar a diferenciar y conocer que sientes.

Mujer experimentó un sutil alivio de peso en la mochila. Pensó que el camino iba a ser menos duro.

-¡Voz, no puedo respirar me asfixio, noto palpitaciones fuerte y ansiedad!- expiró Mujer al borde de un infarto-. Siento menos peso en la mochila, pero el camino es tan angosto que no paro de jadear con dificultad.

Hicieron una parada para que Mujer recuperase el aliento. De nuevo en marcha, apareció la Mesura del sosiego y la calma, Voz se la presentó.

-Mujer esta Mesura te enseñará a sentir la respiración para que la ansiedad que te ahoga se vaya calmando y desaparezca- le explicó Voz.

-¡Pero si llevo toda la vida respirando, tan mal no lo estoy haciendo cuando aún sigo con vida!- exclamó Mujer confusa y desconcertada.

-Ella te transmitirá tranquilidad y sosiego- le aclaró Voz -. Te enseñará a sembrar semillas que darán ricos frutos, te transmitirá amor por la naturaleza, a respirar aire limpio y te aleccionará para sentir como llega el oxígeno a tus pulmones y luego expulsarlo para deshacerte de la contaminación que atora tu interior.

Mujer empezó a sentir la respiración, notando como el aire llegaba a cada parte de su cuerpo, consiguiendo calmar la ansiedad.

Prosiguieron el camino y se encontraron con otra dificultad, un túnel oscuro cuya luz se había estropeado. Además, vieron el suelo levantado, eran obras inacabadas.

-¡Qué desastre, si hubiera un hombre nos ayudaría a reparar el interruptor y a terminar con esta faena!- dijo Mujer sorprendida con aquel caos.

-Te confundes Mujer, nosotras somos autosuficientes para desarrollar estos trabajos- le reprochó Voz enfadada por lo que acababa de escuchar.-Te presento a la Mesura del género y a la Mesura del emprendimiento. Ellas te enseñarán a valerte por ti misma sin la ayuda de un hombre, te guiarán desde una perspectiva de género, y te enseñarán a empoderarte y a definir tu valía para lograr los objetivos que te has marcado.

Mujer comenzó a caminar con agilidad, el peso de la mochila se había reducido. Empezó a reflexionar sobre las Mesuras que Voz le había presentado durante el recorrido. Analizó cada tramo del camino, había aprendido qué eran las emociones, los valores, las habilidades sociales, la empatía, la autoestima, la actitud, la motivación y lo importante que es cuidar la salud. Había adquirido herramientas y técnicas con las que comenzó a valorarse, a quererse y a aceptarse.

-Ahora me queda por saber quién eres tú, sólo sé que eres Voz- se dirigió hacia ella con ganas de resolver su duda.

-Yo soy todas las Mesuras- le respondió Voz -Somos un equipo de personas que ayudamos a Mujeres con problemas como tú, les tendemos la mano para guiarlas, como hemos hecho contigo. Cuando las vemos preparadas para que sigan solas el camino les soltamos la mano al mismo tiempo que le damos herramientas para superar los obstáculos que se pueden encontrar.

Mujer se quedó pensativa y reflexionó las palabras acababa de escuchar. Su pensamiento fue interrumpido con una pregunta que Voz le había hecho.

-Ahora dime, Mujer ¿quién eres?- preguntó Voz

-Soy Yo, Mujer. Este recorrido me ha ayudado a saber quién soy, a conocerme. Soy libre, el miedo ha desaparecido, la ansiedad ha disminuido y lo mejor de todo es que he descubierto cualidades que desconocía tener- respondió Mujer emocionada, orgullosa y segura.

Voz invitó a Mujer a que abriera sola la mochila para ver que llevaba dentro. Mujer se aventuró a abrirla, el óxido de la cremallera había desaparecido, la mochila estaba vacía.

-No lo entiendo, pesaba mucho, creí que llevaba piedras enormes- dijo Mujer.

-Y las traía Mujer- le aclaró Voz- .Esas piedras representaban como te percibías. Has sido muy valiente de llegar hasta aquí para pedir ayuda. Ahora que estás preparada para seguir tu camino he de soltarte la mano para que continúes. Recuerda que en el trayecto de tu vida te vas a encontrar con acontecimiento buenos y malos, tú Mujer eres la que tienes que saber como afrontarlos, llena tu mochila con las herramientas que te hemos dado, no pesan, sigue tu camino. En el sendero te encontrarás piedras, ahora eres fuerte para saber que tienes que hacer.

-No tropezaré en ellas como hasta ahora- aclaró Mujer con firmeza.- Hay piedras que forman parte del camino, me sentaré para reflexionar cómo seguir mi trayecto. Gracias Voz, he de dejarte y continuar.

Y colorín colorado el cuento ha terminado. Pero el camino no, hay que continuar por el sendero de la vida hasta llegar al final.

Nota de autora:

Dedicado a todas las mujeres que necesitan ayuda para encontrar su YO.

Presentación

fondo

Me niego a ser una musa, no quiero ser ni Calíope, ni Clío, ni Erató, ni Euterpe, ni Melpómene, ni Polimnia, ni Talía, ni Terpsícore, ni Urania. No necesito sentir la inspiración de las nueve musas griegas para ser artista. Yo soy artista, soy mi propia fuente de inspiración. No quiero pertenecer al sequito del dios Apolo. Porque la diosa soy Yo. Yo me invoco, me adoro y sola subo a pedestales. Dice Vince Aletti, “que una musa es un espejo, un reflejo de los deseos”, yo me miro al espejo y soy mi deseo. No quiero que me susurren ideas, yo tengo mi propia voz. Mi voz la vais a escuchar a través de las historias de este blog, que esta embriagada de ilusión, entusiasmo y creatividad. Os invito a que os sumerjáis con mis palabras desde el mundo real hasta el fantástico. Por aquí pasaran personas de las artes y humanidades que son artistas como YO.